Desde Kosovo
Un texto que habré leído unas veinte veces en una semana:
Desde este pequeño país... Sí, ya sabemos que los más puristas se llevarán las manos a la cabeza y nos darán lecciones de protectorados y de frías definiciones de fronteras, de límites y de leyes, pero si algo sobra en este trocito de tierra balcánica son bordes, barreras, controles fronterizos... a veces a pocos cientos de metros la entrada de la salida.
El hecho de estar trabajando en Kosovo ahora, en este preciso instante de la historia, en esta zona (sureste de Pristina), y con Médicos del Mundo, nos permite tener una visión creemos que bastante privilegiada de los dos mundos que crecen a ambos lados de cada una de esas barreras, la mayor parte de las veces formada por alambre de espinos -real o imaginario- y custodiada por un maremagnum de nacionalidades con un rasgo común: van vestidos de mimeta, es decir de camuflaje, y con su presencia pretenden que esta paz siga siendo una realidad aunque el precio de la misma es considerado por algunos demasiado alto y se cuestionen términos como libertad, democracia...
Sería muy fácil pero también muy frío contar tan sólo que el proyecto actual consiste en la rehabilitación de 5 centros de salud (4 albaneses y uno serbio), en prestar formación al personal sanitario local y continuar el apoyo al sistema de Atención Primaria en la zona antes reseñada. Sería una visión muy sesgada de este nuestro querido Kosovo. Porque Kosovo son sentimientos a veces tan profundos que se quedan enredados en nuestras propias vidas e impregnan nuestras decisiones, nuestro trabajo y desde luego a nosotros mismos.
Los enclaves serbios tienen como principal problema el aislamiento
También creo que es tan fácil como inexacto decir que se están repitiendo los mismos crímenes cometidos contra la población albanesa esta vez contra los serbios. ¡Qué fácil es hacer un análisis tan simplista de un problema tan complejo! Los enclaves serbios tienen como principal problema el aislamiento; no pueden ir a Pristina por un problema importante de seguridad y se mueven entre corredores que comunican sus pueblos. Es una especie de tortura psicológica. Están aislados. Se ahogan. Creen que nunca más van a poder pisar las calles de Pristina y somos interrogados casi diariamente sobre qué hay de nuevo en ella. A nivel de recursos están apoyados por una política protectora de minorías, además de por el gobierno de Belgrado en lo que respecta a pago de salarios y a equipamiento.
Los albaneses, el 90% de la población, pueden escolarizarse de manera oficial en su idioma y acudir a la Universidad
En el otro lado, el 90% de la población, los albaneses pueden escolarizarse de manera oficial en su idioma, pueden acudir a la Universidad y no esconder el carnet de estudiante. Acuden, la mayoría por primera vez, a la biblioteca sin miedo a ser considerados terroristas por el mero hecho de no hablar en el seno de sus casas el idioma oficial.
Unos -y lo hemos escuchado relatado en primera persona en demasiadas ocasiones- te cuentan que les pegaban al subir al autobús, que les ataron las manos, que el gobierno les echó de sus trabajos sin motivo. Los otros dicen que trabajaban juntos, que tienen muchos hijos y que sólo por eso han invadido el país que históricamente les pertenece. No cuentan que las escuelas de los dos eran diferentes, las había de primera y de tercera. Los unos dicen que algunos de los otros, los que eran sus amigos, lloraban cuando eran deportados hace un año hacia la frontera. Los otros dicen que si no les ven sus vecinos le saludan, pero que si les ven agachan la cabeza y no saludan. Alguien confiesa en uno de los pueblos "mixtos" que es el único que queda de los otros en un edificio de más de 8 plantas. Que los niños y no tan niños le pegan, que le tiran piedras, que no puede más, que se va.... Enseñan fotos los unos con los otros. Dicen que dormían y vivían como hermanos.
Si podéis, cerrad los ojos y apretad fuerte, así podréis viajar hasta los confines de estos mundos y ponerles nombres y caras; se convertirán en los personajes que vemos cada día. Se llaman Nazmie, Bekim, Boki o Dragan. Les enseñáis uno de los dos idiomas, les ponéis en uno de los dos mundos, les sentáis delante vuestro en la oficina, en vuestro cuarto, y veréis que no difieren tanto de vosotros, que el hecho de ser de los unos o de los otros fue accidental; que no creo que esté escrito en los genes que unos niños de corta edad (de los unos) dibujen unos garabatos que pretenden ser algunos de los otros, pero esta vez muertos, para ser más exactos asesinados. Esto lo hemos visto colgado en las paredes de una escuela.
Algunos nos preguntan qué futuro vemos. Otros nos dicen que sólo quieren ver flores y quieren con este gesto vivir en una burbuja, en una pequeña burbuja de cristal muy frágil, tan frágil como la paz que se vive en los Balcanes. Hoy es difícil imaginar un conflicto armado porque la persuasión de las armas es muy alta.
Las gentes que ocupan estas tierras son gentes de las que nos hemos enamorado, lo cual no es demasiado difícil debido a su carácter. Como en cualquier rincón del mundo las guerras las provocan los jerifaltes desde sus cómodos sillones del poder ayudados por medios de comunicación, por manipulaciones abusivas. Después, una vez que el conflicto ha estallado, éste se retroalimenta solo y son las personas de a pie, de uno y otro lado, los que se mueren, los que lloran, los que hacen actos desesperados, los grandes perdedores.
Desde Kosovo, sintiendo cuán difícil es plasmar en el papel un trocito de este mundo, un beso muy, muy fuerte.
Desde este pequeño país... Sí, ya sabemos que los más puristas se llevarán las manos a la cabeza y nos darán lecciones de protectorados y de frías definiciones de fronteras, de límites y de leyes, pero si algo sobra en este trocito de tierra balcánica son bordes, barreras, controles fronterizos... a veces a pocos cientos de metros la entrada de la salida.
El hecho de estar trabajando en Kosovo ahora, en este preciso instante de la historia, en esta zona (sureste de Pristina), y con Médicos del Mundo, nos permite tener una visión creemos que bastante privilegiada de los dos mundos que crecen a ambos lados de cada una de esas barreras, la mayor parte de las veces formada por alambre de espinos -real o imaginario- y custodiada por un maremagnum de nacionalidades con un rasgo común: van vestidos de mimeta, es decir de camuflaje, y con su presencia pretenden que esta paz siga siendo una realidad aunque el precio de la misma es considerado por algunos demasiado alto y se cuestionen términos como libertad, democracia...
Sería muy fácil pero también muy frío contar tan sólo que el proyecto actual consiste en la rehabilitación de 5 centros de salud (4 albaneses y uno serbio), en prestar formación al personal sanitario local y continuar el apoyo al sistema de Atención Primaria en la zona antes reseñada. Sería una visión muy sesgada de este nuestro querido Kosovo. Porque Kosovo son sentimientos a veces tan profundos que se quedan enredados en nuestras propias vidas e impregnan nuestras decisiones, nuestro trabajo y desde luego a nosotros mismos.
Los enclaves serbios tienen como principal problema el aislamiento
También creo que es tan fácil como inexacto decir que se están repitiendo los mismos crímenes cometidos contra la población albanesa esta vez contra los serbios. ¡Qué fácil es hacer un análisis tan simplista de un problema tan complejo! Los enclaves serbios tienen como principal problema el aislamiento; no pueden ir a Pristina por un problema importante de seguridad y se mueven entre corredores que comunican sus pueblos. Es una especie de tortura psicológica. Están aislados. Se ahogan. Creen que nunca más van a poder pisar las calles de Pristina y somos interrogados casi diariamente sobre qué hay de nuevo en ella. A nivel de recursos están apoyados por una política protectora de minorías, además de por el gobierno de Belgrado en lo que respecta a pago de salarios y a equipamiento.
Los albaneses, el 90% de la población, pueden escolarizarse de manera oficial en su idioma y acudir a la Universidad
En el otro lado, el 90% de la población, los albaneses pueden escolarizarse de manera oficial en su idioma, pueden acudir a la Universidad y no esconder el carnet de estudiante. Acuden, la mayoría por primera vez, a la biblioteca sin miedo a ser considerados terroristas por el mero hecho de no hablar en el seno de sus casas el idioma oficial.
Unos -y lo hemos escuchado relatado en primera persona en demasiadas ocasiones- te cuentan que les pegaban al subir al autobús, que les ataron las manos, que el gobierno les echó de sus trabajos sin motivo. Los otros dicen que trabajaban juntos, que tienen muchos hijos y que sólo por eso han invadido el país que históricamente les pertenece. No cuentan que las escuelas de los dos eran diferentes, las había de primera y de tercera. Los unos dicen que algunos de los otros, los que eran sus amigos, lloraban cuando eran deportados hace un año hacia la frontera. Los otros dicen que si no les ven sus vecinos le saludan, pero que si les ven agachan la cabeza y no saludan. Alguien confiesa en uno de los pueblos "mixtos" que es el único que queda de los otros en un edificio de más de 8 plantas. Que los niños y no tan niños le pegan, que le tiran piedras, que no puede más, que se va.... Enseñan fotos los unos con los otros. Dicen que dormían y vivían como hermanos.
Si podéis, cerrad los ojos y apretad fuerte, así podréis viajar hasta los confines de estos mundos y ponerles nombres y caras; se convertirán en los personajes que vemos cada día. Se llaman Nazmie, Bekim, Boki o Dragan. Les enseñáis uno de los dos idiomas, les ponéis en uno de los dos mundos, les sentáis delante vuestro en la oficina, en vuestro cuarto, y veréis que no difieren tanto de vosotros, que el hecho de ser de los unos o de los otros fue accidental; que no creo que esté escrito en los genes que unos niños de corta edad (de los unos) dibujen unos garabatos que pretenden ser algunos de los otros, pero esta vez muertos, para ser más exactos asesinados. Esto lo hemos visto colgado en las paredes de una escuela.
Algunos nos preguntan qué futuro vemos. Otros nos dicen que sólo quieren ver flores y quieren con este gesto vivir en una burbuja, en una pequeña burbuja de cristal muy frágil, tan frágil como la paz que se vive en los Balcanes. Hoy es difícil imaginar un conflicto armado porque la persuasión de las armas es muy alta.
Las gentes que ocupan estas tierras son gentes de las que nos hemos enamorado, lo cual no es demasiado difícil debido a su carácter. Como en cualquier rincón del mundo las guerras las provocan los jerifaltes desde sus cómodos sillones del poder ayudados por medios de comunicación, por manipulaciones abusivas. Después, una vez que el conflicto ha estallado, éste se retroalimenta solo y son las personas de a pie, de uno y otro lado, los que se mueren, los que lloran, los que hacen actos desesperados, los grandes perdedores.
Desde Kosovo, sintiendo cuán difícil es plasmar en el papel un trocito de este mundo, un beso muy, muy fuerte.
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