Padres y lógica: dos términos incompatibles

Los castigos que mis padres me ponían de más pequeño eran, en la mayoría de casos, totalmente ilógicos. Un ejemplo. Yo, cual mono saltarín, me subía a un muro y hacía equilibrios en el borde. ¿Cuál es la respuesta de una madre? Efectivamente: si te caes, encima te pegaré. Sí, amigos: ser padre te permite ser cruel. ¿No tenía yo bastantante pena con darme una hostia como para que encima, viniera mi vieja y me diera otra?

Otro ejemplo: "Mami, quiero el helado más grande que haya". "No, que es mucho para tí". "Lo quiero, lo quiero, lo quieorooo!". Respuesta de una madre? Otra vez correcto: te lo vas a comer todo, aunque no puedas más. (Curiosamente, esta frase que antaño era un castigo, hoy día mataría por que una mujer de buen ver me lo dijera). Vamos, que el castigo por no tener hambre suficiente era hacerte comer más.

Bien. Leyendo noticias en internet veo cómo lo que mi madre me hacía era, hasta cierto punto, normal. Comparado con lo este señor: Liberan a un joven al que su padre tenía atado a la cama porque ni estudiaba ni trabajaba.

- Oye, papá: no quiero seguir estudiando. Pero claro, no me voy a poner a trabajar tampoco, mientras vosotros me sigáis manteniendo. Quiero estar todo el puto día tumbado sin hacer nada.
- Pero, ¿qué oyen mis oídos? ¿Que no vas a hacer nada? ¡Ni hablar! ¡Estás castigado! Te voy a atar a la cama para que no puedas moverte.
- Pero papá...
- ¡Me cago en tó! ¡Encima me contesta! Pues es más: te voy a atar justo delante de la tele. Hala, jodete.
- Pero...
- ¡Ni pero ni hostias! A mí tú no me chuleas, eh? Por listo, te voy a poner una nevera cargada con cervezas al lado de la cama. ¡Ja! ¿Qué dices a eso?

Hay cosas que nunca comprenderé, supongo, hasta que sea padre. (Nótese la petición subliminal de que alguna fémina se ofrezca para poder mojar el churro).